Cuando uno entra en la página web de CrowdFarming, lo primero que encuentra es toda una declaración de intenciones: “Agricultura sostenible para seres humanos comprometidos”. Esta iniciativa se presenta al mundo como “una vía sostenible y transparente para adquirir tus alimentos: adoptar un animal o una huerta y recibir alimentos frescos cultivados para ti directamente de los agricultores”. Algo que, según podemos leer, “ayuda a combatir el desperdicio de alimentos”.
¿Qué es el CrowdFarming? ¿Cómo se hace posible? Leemos en su sitio web que se trata de “una revolución agri-social que busca construir una cadena de suministro de alimentos más eficiente y transparente”. Esto da una idea de un proyecto muy especial que crece día a día e implica cada día a más personas que comienzan a descubrir esta dinámica en la que farmers y crowdfarmers juegan un papel fundamental.
Nosotros queríamos conocer más en profundidad todos los detalles alrededor de CrowdFarming. Y para ello quedamos en su sede en Madrid con su CEO, Gonzalo Úrculo, uno de los motores e impulsores de esta maravillosa iniciativa en la que, por ejemplo, puedes apadrinar un árbol y formar parte de una revolución muy necesaria.
Ruralpedia: Vamos a comenzar por el principio: ¿Quién es Gonzalo Úrculo y por qué esa pasión por la agricultura?
Gonzalo Úrculo: Es algo que viene, de un lado, por mi familia, y también por circunstancias de la vida, que me llevaron al campo con 23 años. En el año 2010 había terminado mi carrera de Económicas y surgió la oportunidad de recuperar un huerto de naranjos familiar en Valencia que estaba abandonado desde que murió mi abuelo en el año 2000. Nadie de la familia había podido dedicarse a él, el precio de la naranja había empezado a bajar… costaba dinero mantenerlo.
Lo de ponerme un traje en ese momento se me hacía cuesta arriba y cuando estaba terminando el Erasmus en Berlín empecé a diseñar la web Naranjas del Carmen con la idea de intentar vender las naranjas que cultivábamos a domicilio. Ahí me di cuenta de la gran desconexión que existe entre el productor y el consumidor. Los productores no conocían entonces muy bien la tendencia del consumidor y yo venía de Berlín, una ciudad donde el tema ecológico estaba desarrollándose. Conocía a los consumidores más concienciados y a los productores, que no cultivaban pensando en el consumidor final, sino en el intermediario al que le tenían que vender la naranja.
Y los argumentos de venta no son los mismos para unos que para otros. A un intermediarios intentas esconderle las imperfecciones de tu fruta, mientras que al consumidor final he ido aprendiendo que lo que más valora el consumidor comprador consciente y consecuente es que le digas la verdad más pura de la agricultura: le puedes explicar el por qué de las imperfecciones de la naranja, si vienen de un pedrisco o de cualquier inclemencia meteorológica.
R: Conociendo su trayectoria anterior, ¿se podría decir que el nacimiento de CrowdFarming era una salida natural?
GU: Totalmente. Antes de esta experiencia profesional había trabajado mucho en logística, algo que me apasiona. Mi primer objetivo cuando me fui al campo en 2010 era intentar que la finca no perdiese dinero y pagarme un minisueldo para vivir de ello. Tras tres años conseguimos ese objetivo. Después fuimos viendo que existían unas oportunidades que nos llevaron a montar un proyecto.
Yo tenía la suerte de hablar alemán y venían muchos consumidores de aquel país a visitar la finca para conocerla, muchas veces siendo visitas sin programar. Recibíamos un feedback continuo que era muy importante. Y medio de broma, teniendo que plantar aún la mitad de la finca, dijimos: “Vamos a plantar un naranjo y le ponemos un nombre”. Aquellos primeros visitantes nos ayudaron a hacerlo mientras nos hacíamos preguntas como cuánto tenemos que plantar o cuánto vamos a poder vender al consumidor final. A nosotros, el excedente de cosecha nos hacía perder dinero y queríamos conseguir que lo que cultivásemos fuera lo que vendiéramos, sin tener excedente.
Recibíamos mucho interés por parte de muchos consumidores de toda Europa, aunque en aquella época cometíamos un pequeño error, ya que solo informábamos a los usuarios cuando les queríamos vender la naranja. Por ejemplo, llegaba el mes de noviembre con la clementina y ahí nos poníamos las pilas con la comunicación. Nos dimos cuenta del error: la gente quería saberlo todo. El consumidor quiere enamorarse del producto, porque en los supermercados solo reciben una información marketiniana. Pero hay muchas personas que quieren saber más cosas: ¿Cada cuánto podas un naranjo? ¿Cuáles son las enfermedades típicas? ¿Cuál es el momento exacto de recolección?
Quieren saber información muy específica, algo que yo creía que no interesaba al consumidor normal. La idea del crowdfarming surge con los años, no surgió enseguida, pero sí que la adopción de árboles y el cultivo bajo demanda siempre estuvo ahí desde los primeros tiempos. Y cuando nace CrowdFarming se produce la función de dos ideas: la necesidad de cultivar bajo demanda y la información a los consumidores, no solo para venderles, también para culturizarles.

R: Y para situar esta interesante ante iniciativa, hacemos la pregunta de forma directa: ¿Qué es CrowdFarming?
GU: Tras su puesta en marcha, en un año tuvimos mucho éxito y la mitad de la finca que teníamos que plantar se vendió. La gente seguía entrando en la web para comprar más árboles y nosotros no teníamos espacio y teníamos todo vendido. Estuvimos intentando comprar alguna firma pero nos dimos cuenta de la capacidad de CrowdFarming para crecer era más grande que la que nosotros como agricultores podíamos ofrecer.
Enseguida nos dimos cuenta de que el proyecto quería crecer porque lo que queríamos era cultivar bajo demanda y hacer partícipe al consumidor de todo el proceso de cultivo. Esa es la idea base del CrowdFarming. Y hemos logrado que los productores puedan vincularse con los consumidores para conseguir un bien común: el productor cosecha a un precio fijo y el consumidor participa en el cultivo y obtiene toda la información, que quiere consiguiendo una trazabilidad insuperable. CrowdFarming ahora mismo es una plataforma en la que los productores venden a los consumidores las adopciones, algo que da todo el sentido al cultivo bajo demanda.
Siempre va a haber un excedente, no es una matemática pura. Cualquier agricultor con experiencia sabe la media de la cosecha lo que puede variar de un año a otro. Y el único ente que se va a comprometer contigo es el consumidor final, algo que nunca hará ningún intermediario.
R: ¿Cómo fueron los primeros pasos? ¿Cómo se acogió la iniciativa entre los agricultores? ¿Recuerdas alguna anécdota?
GU: Cuando programamos el CrowdFarming a nivel informático lo hicimos pensando en el naranjo, en nuestra finca… tuvimos que trabajar mucho el proceso de compra de un árbol, algo que se sale de los cánones de los procesos de compra de otros productos. Y a esto le hemos dedicado mucho tiempo ya que tuvimos que crear una experiencia de compra nueva a nivel de software, lo que nos deja claro que al final la agricultura es lo más sencillo. Cuando hablo con agricultores muy experimentados te das cuenta de que tienen una experiencia innata a la hora de tomar decisiones. A veces tenemos que ir a pincharles para abrirles la mente en algunos temas importantes, ya que ellos no se imaginan que hoy en día el consumidor va a aceptar una fruta imperfecta.
También nos dimos cuenta de que las malas noticias, compartir las penas de los agricultores con el consumidor final, tienen unos efectos increíbles y sorprendentes. Cuanto más real seas, cuanto más le cuentes lo que te está pasando, aumentas tu vínculo con el cliente final.
R: ¿Se podría decir que el futuro del sector agrario es sostenible o quedan muchos pasos por recorrer?
GU: Para un consumidor, el hecho de comprar alimentos es la herramienta más potente que tiene para impactar en su medio ambiente y su sociedad. El arma de comprar alimentos es algo que les permite alcanzar ese impacto. Hay una expresión que usamos: WIN, WIN, WINNER. Y es que siempre que un comercial a venderte algo espero a que me diga lo de WIN, WIN, pero es algo que tiene que evolucionar ya que no solo tiene que ganar el consumidor y el productor, también tiene que hacerlo el medio ambiente.
Y este modelo de CrowdFarming está hecho para solventar un problema que tenemos los agricultores: cultivar a ciegas. Y esto era un gran riesgo para todos los agricultores. ¿Cuántas clementinas se quedaron en los árboles el pasado año? ¿Cuántos recursos se han perdido para cultivarlas?
R: CrowdFarming ha tenido una implantación enorme en la zona del Levante español, ¿es un modelo exportable a otras zonas de nuestro país? ¿En qué sentido se está trabajando?
GU: Para que la gente se pueda hacer una fotografía de la situación, hay dos personas que hacen esto posible: por un lado los productores y por otro lado los consumidores. A nivel de productores, de los 50 proyectos que están activos la mitad vienen de España. Y no olvidemos que el primer crowdfarming fueron las naranjas a través de nuestro huerto, un sector en el que tenemos experiencia y sabemos hacer muy bien, con toda la logística montada para un gran funcionamiento.
También es muy importante el boca a boca, ya que todas las semanas recibimos llamadas de agricultores que quieren formar parte de la plataforma. Y es que creo que esto es algo que muchos están buscando: encontrar ese canal de venta directo al consumidor final, porque sabe que el único compañero de viaje que va a creer en tu proyecto agrícola es el consumidor final.
En Crowdfarming tenemos la figura del farmer-hunter en España, Francia y Alemania. Lo que hace es analizar productores ya que añadirlos no es tan fácil: queremos auditarlos muy bien, ya que no nos debemos equivocar. Y es que vender al consumidor final tiene responsabilidades: comunicarle, atenderle… a lo mejor no todas las personas están preparadas para ello. Queremos que los productores estén muy auditados por nosotros, aunque el proceso se va automatizando para que sea más fácil, pero buscamos siempre un nivel de calidad alto. Ahora mismo somos 50 pero queremos llegar en dos años a los 500 productores.
R: Siempre comentamos que la vinculación al territorio es fundamental para el desarrollo de nuestras zonas rurales. En el caso de CrowdFarming, esa vinculación se hace también con personas que viven en la ciudad: los padrinos se sienten identificados con sus árboles apadrinados. Esto es muy clave, ¿verdad?
GU: Muchas cosas las hacemos empujados por los consumidores. Al montar CrowdFarming nunca pensamos que una de las actividades que tendríamos que organizar eran las visitas a los árboles adoptados. Ahora mismo, en Naranjas del Carmen, tenemos a diario visitas de gente que, además de visitar Valencia, les interesa también conocer una finca real. Muchas personas de la zona alucinan de que la gente vaya a visitar su naranjo. Pero muchos de nuestros consumidores echan de menos el contacto con la naturaleza.
R: Esa vinculación va de la mano con otros conceptos como el agroturismo: esas personas que quieren conocer esos árboles que tienen apadrinados, visitan la tierra y pasan unos días. ¿Se está trabajando en ese sentido con representantes del sector turístico? ¿Cree que ese modelo tendría proyección futura?
GU: En nuestro caso son visitas que están surgiendo de una manera muy natural. Hemos encontrado un balance para nada masificado, es algo que tenemos muy controlado. Pero sí que este modelo de turismo es posible respetando el medio rural, sin hacerlo artificial. El gran error llega al intentar hacer escalable el negocio ya que pierde toda la gracia y su autenticidad.
En cuanto a los agricultores, lo que vemos es que estas visitas son, no tanto un ingreso extra, sino que sirve para crear embajadores de tu marca. Y eso es algo muy importante para el futuro, pero sin perder la esencia.
R: En Ruralpedia somos firmes defensores del trabajo en comunidad para crecer en nuestras zonas rurales. CrowdFarming apuesta abiertamente por su propia comunidad, los crowdfarmers. ¿Cómo es la relación con ellos? ¿Qué papel juegan?
GU: Mi abuelo estuvo vendiendo naranjas durante más de 40 años por el canal tradicional. Nunca recibió feedback de las personas que consumían sus naranjas. Nosotros, desde el primer día, hemos escuchado la opinión de nuestros consumidores. Y hemos hablado con ellos del embalaje, de las empresas de transporte… Y es que el crowdfarmer juega un papel clave, porque es el que impulsar al farmer a hacer cosas nuevas.
Es sorprendente la cantidad de interés que despierta un proyecto agrícola en muchísima gente. Vemos como comentan, como opinan… aprendemos de este interés cada día. El 90 por ciento de las mejoras que hemos hecho en el proyecto se les han ocurrido a muchísimos crowdfarmers que han ido aportando y opinando sobre esta iniciativa. Estoy seguro de que nos quedan muchísimas cosas para seguir creciendo por la cantidad de ideas e incidencias que nos cuentan los crowdfarmers. Este feedback es imprescindible para nosotros y para los agricultores, que encuentran en ello una gran motivación para hacer bien las cosas.
R: Pensando en el futuro, a largo plazo, ¿cuál le gustaría que fuera el legado que CrowdFarming deje en nuestra sociedad y en las zonas en las que se está desarrollando?
GU: Me encantaría que fuese algo que permitiera a los agricultores vendieran sus cosechas directamente al consumidor, vendiendo cosas genuinas, y un lugar donde los crowdfarmers pudiesen encontrar un canal de compra veraz sobre lo que están consumiendo. Me obsesiona mucho que la información que ofrezcamos al consumidor sea veraz y verificada, una información de verdad. No sé si esto es un legado pero conseguir este compromiso del consumidor con el productor y viceversa es fundamental para convertirla en una alternativa de consumo real. Crecer pero sin perder nunca la esencia que tiene hoy en día Crowdfarming.

R: Sabes que se está viviendo todo un movimiento rural en nuestro país, ¿qué papel le gustaría jugar a CrowdFarming en el futuro de las zonas rurales de nuestro país?
GU: Queremos hacer atractivo el trabajo agrario para gente con talento. Gracias a los consumidores y a la sociedad se está generando un cambio muy importante. Y en CrowdFarming queremos ofrecer una plataforma que soluciona dos temas clave: la logística y un canal de venta directo. Que ayudemos a los productores a darse a conocer a los consumidores finales, algo que puede ser muy atractivo para los jóvenes que buscan un trabajo que sea atractivo y también sea visible, una ventana al mundo.
R: Viajas mucho y conoces a fondo la realidad de la agricultura en nuestros país: ¿Cuáles son las principales problemáticas que enfrentan nuestras zonas rurales? ¿Hay futuro en lo rural?
GU: Desde luego que hay un futuro tremendo. Me pongo en la posición más optimista pero hay un problema: hay que conseguir cultivar lo que el consumidor quiere, algo que es un baño de realidad para muchos agricultores que llevan muchísimos años pensando de una manera diferente. Ojalá más productores hablen con sus consumidores, que están pidiendo algo más: no quieren una naranja perfecta, buscan que el productor también se preocupe por el medio ambiente, por la sociedad… Hay que vincular más a consumidor y productor, simplificando la cadena de suministro para que sea más eficiente y beneficiaria para ambos y para el medio ambiente y la sociedad.
R: ¿Qué le dirías a una persona que tiene delante la oportunidad de desarrollar un proyecto en el campo?
GU: La satisfacción que te da el campo no te la da ningún otro trabajo. Yo tengo dos facetas en mi vida laboral: los primeros años fui más agricultor que logístico y ahora es al contrario. Y aunque me guste la logística, la satisfacción de acertar en temas agrícolas, ver crecer los árboles… eso no te lo da ningún otro trabajo. La satisfacción que me da vender un producto real y no un servicio, siempre es mucho mayor.
Y luego también los compañeros de trabajo en el campo son diferentes a los compañeros de trabajo en una empresa, por mucho que las cosas estén cambiando… Y es que compartir un buen rato con los compañeros en el campo es insuperable.