Decíamos en uno de los artículos de nuestro Programa Electoral para el Mundo Rural que una de las claves para el futuro debería ser la protección de un modo de vida, al que abarca “desde actividades económicas clave como la agricultura y la ganadería, a la protección del patrimonio cultural y tradicional de cada región y territorio”. Un modo del que, sin duda alguna, presumimos demasiado poco.
Y contamos esto porque hace algunas semanas, en Ruralpedia, hablábamos de la iniciativa que tiene puesta en marcha el Colegio Salesianos San José de Pozoblanco con un programa de intercambio con otros centros académicos de Francia y Alemania. Hoy os podemos contar que, recientemente, han recibido la visita de la expedición alemana procedente Langen, una ciudad dormitorio de Frankfurt. Desde luego han debido acabar contentos de su experiencia porque según nos cuenta Cristina Cabrera, profesora del centro, “han firmado el acuerdo para continuar con esta aventura durante el curso que viene”.
De la conversación con Cristina surgen muchos matices. Uno de ellos es la pasión con la que habla de este proyecto y de su tierra, de Los Pedroches. Y, precisamente, lo que han hecho con la visita de estos chicas y chicos alemanes es presumir de su territorio, ni más ni menos. De su marca, de sus productos, de su campo… En definitiva: presumir de un modo de vida.

Cristina Cabrera nos explica que durante el intercambio, los alumnos alemanes “han disfrutado mucho de Los Pedroches, del campo, de sus pueblos, de su historia, de su gastronomía y de su cultura”. Por ejemplo, pudieron disfrutar de un día de campo donde conocieron lo que supone la crianza del cerdo ibérico en la dehesa, descubriendo en esos días previos a la montañera todo el trabajo que conlleva, además de conocer instalaciones de una explotación agraria donde también pudieron conocer de cerca la vaca limusina.
“No habían visto en su vida esta manera de vivir”, nos cuenta Cristina, que recuerda que proceden de una zona totalmente industrial, una ciudad dormitorio de una de las urbes más importantes de Europa como es Frankfurt. Aquí, en España, en Los Pedroches, pudieron descubrir otro ritmo de vida, más pausado, más calmado. Distinto. Y único.
Es la propia Cristina la que nos señala que con este tipo de iniciativas se descubre “nuestro potencial y la impresión” que causan en los visitantes la vida de nuestras zonas rurales, nuestra gastronomía, nuestra cultura, nuestras tradiciones… y tantas y tantas cosas. Y para terminar asegura con total seguridad algo muy importante: “Durante todos esos días, nuestros chicos y nosotros fuimos embajadores de nuestros productos y de nuestra tierra”.
Quizás ahí da Cristina del todo con la clave. Somos nosotros mismos los primeros que tenemos que dar el paso al frente y defender el modo de vida rural. Y, por supuesto, inculcárselo a los más pequeños, a unas nuevas generaciones que deben crecer admirando todo lo que nace de su tierra, de su pueblo, de su campo… de lo que somos.
Necesitamos muchos más embajadores de lo rural que levanten la voz y le cuenten al mundo cómo se vive en nuestros pueblos. ¡Reivindiquemos juntos un modo de vida!
